Nuno Espirito Santo, Voro, Gary Neville, Pako Ayestarán, Voro nuevamente, Cesare Prandelli. A pesar de una primera temporada fuerte, la salida de Rufete como director deportivo hizo que la afición “ché” se pusiera en contra de Nuno, quien fue visto como un peón en los intentos de Jorge Mendes de ejercer su influencia sobre el club. Todo lo que el Valencia ha visto desde entonces es el fracaso. Los movimientos de entrenadores nunca tuvieron como resultado una mejoría del equipo. Parecía haber un problema más profundo que la figura del que estaba sentado en el banquillo.
Peter Lim fue un salvador a su llegada, rescatando al club de una deuda paralizante, pero pronto se hizo evidente que dirigir un club español le superaba. Pero sin embargo aquí estamos. Tras once partidos de Liga, el Valencia ocupa el segundo lugar, por encima del vigente campeón nacional y europeo, el Real Madrid, y sólo superado por el otro todopoderoso del país, el FC Barcelona. Invicto a pesar de haber jugado contra el Real Madrid, el Atlético, el Sevilla o el Athletic Club.
Entonces, ¿cuál es el secreto en este cambio de rumbo? Vamos a intentar hacer un análisis del Valencia CF.
El nuevo entrenador, Marcelino, había encabezado un extraordinario proyecto en Villareal, y ahora se le está otorgando probablemente una mayor autoridad de la que habían disfrutado sus antecesores. Antes de empezar la temporada, el entrenador asturiano decidió que era necesario cambiar esta tendencia negativa dando salida a varios jugadores. Trece se marcharon en total durante el verano pasado, con la idea de “desintoxicar” el equipo.
El entrenador monitorea constantemente el peso de cada jugador, y si su índice de grasa corporal supera el 9.5, no juega. Esta rigurosidad ha hecho salir a la luz diversas anécdotas de los jugadores, como fue el de la famosa sauna, donde los jugadores pasaban horas para evitar ser desconvocados por la báscula. Sin embargo, no se trata simplemente de infundir disciplina en el equipo, la aptitud física es fundamental para su forma de juego. Inspirado por Arrigo Sacchi y Rafa Benítez, Marcelino quiere jugar un fútbol intenso y ágil, y ese estilo requiere resistencia.
El Valencia de Marcelino forma con un 1-4-4-2, rara vez presionan arriba, sino que buscan asentarse y proteger el centro del campo. A pesar de todos los cambios en la plantilla, el equipo empezó a funcionar simplificando su juego desde la presión inicial: años atrás, se buscaba el marcaje al hombre. Ahora el equipo se estrecha en dos líneas de 4, algo considerado por muchos la antítesis del fútbol combinativo. Llenan el centro del campo con tantos jugadores, que su oposición se ve obligada a jugar el balón por las bandas. Una vez que el rival es orientado hacia los laterales, empezará su presión.
El sistema y la idea de juego no son particularmente nuevos, y el Atlético de Madrid es el ejemplo más notable de un equipo que busca atraer a sus oponentes hacia los costados intentar robar allí. De todos modos, el Valencia es diferente, ya que sus defensores reciben mucho menos apoyo que el de los “colchoneros”. Estos intentos por conseguir recuperar el balón no parte ni mucho menos al equipo, ya que la perfecta movilidad de línea defensiva y medios, protegen absolutamente siempre el centro del campo.
Esta manera exige mucho más a laterales y extremos que al resto de jugadores. Generalmente, no hay coberturas, por lo que los jugadores de banda se ven obligados a permanecer siempre muy cerca de sus marcas, siguiéndolos si es necesario hasta zonas muy avanzadas para asegurarse de que no van a girarse y encarar.
Este sistema defensivo es bastante peligroso para cualquier rival que trate de superar al Valencia en zonas centrales, ya que básicamente estará dejando únicamente dos (o 3) centrales atrás. ¿Por qué? Porque atrae a su rival y lo obliga a que sume cada vez más un mayor número de jugadores atacantes.
Los equipos como el Atlético ceden las bandas, pero lo hacen en base a la idea de que pueden recuperar el balón más tarde cuando el rival vuelva a intentar jugar por dentro. A lo que se le llama la presión trampa. El Valencia en cambio, parece cederlo para limitar de manera general el ataque rival: mientras el centro del campo esté cubierto y el lateral presione bien a su marca, el equipo contrario no va a poder crear ningún peligro.
A diferencia de muchos equipos de hoy en día, los centrales del Valencia son en primer lugar defensores, con su enfoque principal en la defensa del área. Incluso cuando la línea se mueve de un lado a otro, siempre intentan mantener el área ocupada. De hecho, aunque los centrocampistas rivales rompan la presión de su línea de medios, ellos no saldrán directamente a anticipar, sino que se mantendrán replegados hasta que la oposición llegue al borde del área.
Del mismo modo, el doble pivote que tienen delante, tiene pocas tareas creativas, y su objetivo principal es proteger a su defensa. Kondogbia es excelente para esto: lo suficientemente grande y fuerte como para superar a la mayoría de sus oponentes, y lo suficientemente inteligente como para bloquear siempre las líneas de pase hacia jugadores que tiene a sus espaldas. El capitán, Dani Parejo, en cambio, es de un perfil más ofensivo, pero su movilidad es altamente útil, lo que le permite dar un paso al frente y presionar a los centrocampistas rivales, evitando que se giren al recibir el balón de espaldas a la portería. Sólo Gonzalo Guedes es un extremo real en el equipo, ya que Marcelino ha preferido poner a interiores como Carlos Soler o Andreas Pereira para agregar más solidez en el centro.
Todos los contraataques del Valencia son verticales, tanto por alto como por bajo. Se puede ver lo automatizado de los movimientos al salir en las transiciones ofensivas, ya que Marcelino trabaja y mecaniza diversas acciones/figuras de pase de contraataque. Primero necesitan asegurarse la posesión, por lo que buscarán un pase de seguridad antes de encontrar a los dos interiores de banda o a los dos delanteros:
Rodrigo en particular, cae siempre a hacer el desmarque de apoyo entre líneas, dejando a Zaza la libertad de luchar los balones altos o de atacar el espacio detrás de la defensa rival. Labor importante también la de los interiores de banda, que habitualmente se meten por dentro para permitir que los laterales puedan atacar el espacio:
El plan de juego del Valencia contradice al deseo generalizado en España por dominar el centro del campo y se centra básicamente en dominar ambas áreas: defensivamente sólidos, y rápidos en la finalización en área contraria. Utilizan su velocidad para superar en número y atacar directamente a la defensa rival, mientras mantienen una base sólida atrás que garantice que en caso de nueva pérdida el equipo contrario no podrá cogerles desprevenidos y con espacios libres. Hay algunos defectos claros que Marcelino aún no ha tenido tiempo de corregir, pero el talento de sus jugadores y un plan de juego claro, y que además funciona como antítesis para tantos equipos de liga española, parecen haber traído por fin la tranquilidad y estabilidad en la capital del Turia.